El Narrador de Cuentos- Teseo y el Minotauro
Teseo y el Minotauro
El Rey Minos, de Creta, tenía varios hijos: Ariadna, Fedra, Glauco, Catreo,
pero su predilecto era Androgeo, joven fuerte y vencedor en el gimnasio y la
palestra.
Cuando en Atenas se organizaron los juegos en honor de Palas Atenea, se
reunieron los mejores atletas griegos, y allí partió Androgeo, para medirse con
los más fuertes paladines de la Hélade, con el beneplácito de Minos, quien
esperaba a su hijo regresar con la corona del triunfo.
El joven príncipe logró vencer en todas las pruebas a sus rivales, los
mejores campeones de la ciudad. Pero los atenienses, en lugar de victorearlo,
hicieron recaer su furia sobre él, por haber derrotado a sus luchadores, y esa
misma noche le dieron muerte.
Al recibir la noticia el Rey Minos, sintió un inmenso dolor, pero
inmediatamente se despertó en él un irrefrenable deseo de venganza, y marchó
con un numeroso ejército a sitiar a Atenas, hasta que logró que se rindieran
incondicionalmente, e impuso condiciones y penas terribles.
Entre sus condiciones, estableció que durante nueve años, los atenienses
debían enviar a la isla de Creta a siete robustos jóvenes y a siete doncellas,
quienes serían las víctimas que se ofrecerían para ser devorados por el
minotauro.
El minotauro, mitad hombre y mitad toro, vivía en un laberinto, cercano a
Cnosos, capital de Creta. Estaba encerrado en dicho laberinto y se alimentaba
de carne humana, de esclavos y prisioneros de guerra, así como los jóvenes
atenienses, que enviaba el rey Minos.
Año a año, llegaban los mensajeros de Creta a elegir a sus víctimas.
Al tercer año, un joven y gallardo joven hijo del rey ateniense Egeo,
llamado Teseo, se ofreció voluntariamente, pues se consideraba capaz de
enfrentar y dar muerte al minotauro.
Al enterarse el Rey Minos, expresó:
- Como miembro de la familia real estás eximido de ir como víctima. Pero si
insistes, te diré que, aunque mates al minotauro, jamás encontrarás la salida
del laberinto.
-No me importa- respondió el joven Teseo, me basta con matar al monstruo y
ser útil a Atenas.
Ariadna, quien escuchó el diálogo, secretamente, por la noche se acercó al
joven y le entregó un puñal y un ovillo de hilo, diciendo:
-Con este puñal mágico, podrás atravesar el corazón del minotauro, y si
sigues el hilo de este ovillo podrás hallar la salida.
Agradecido quedó el joven Teseo, y penetró en el laberinto, desenvolviendo
el ovillo de hilo. Durante horas recorrió el laberinto hasta enfrentarse con la
bestia. Después de ardua lucha, logró atravesar el corazón del monstruo con el
puñal que le entregara la bella Ariadna. El minotauro expiró entre
convulsiones. Y Teseo rescató a sus compañeros, con los que emprendió el camino
de regreso siguiendo el hilo.
Fue aclamado por la gente de Cnosos por haberlos liberado del monstruo y
del salvaje castigo que año a año debían tributar al minotauro.
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